Existe un relacionamiento intrínseco entre los conceptos de ciudadanía, derecho y comunicación, esta última desde los enfoques políticos, sociales y culturales, los cuales favorecen el restablecimiento de los derechos desde acciones comunicativas.
Según Tamayo Gómez
De allí la importancia en el
desarrollo de estudios en el campo investigativo que analicen de forma
articulada estos conceptos y no únicamente establezcan de forma superficial sus
lazos e intereses comunes, toda vez que profundizar en esta relación innegable,
permitirá comprender de manera más profunda dinámicas sociales-
político-culturales y comunicativas, de forma tal que se establezcan nuevos
paradigmas y sea posible determinar las implicaciones de este relacionamiento,
posibilitando establecer estrategias para generar transformaciones sociales.
Sin embargo, no se puede
desconocer, como los cambios suscitados han abierto espacio a las Ciudadanías
Comunicativas, adquiriendo mayor terreno, pues tanto “la comunicación como la
ciudadanía tienen nuevos significados en espacios sociales que brindan a las
personas un sentido de identidad política y cultural. Pertenencia,
transformando estructuras sociales, roles y responsabilidades públicas en el
ámbito social.” (Tamayo Gómez, 2012, p.108).
Tampoco se puede desvalorizar,
precisamente como las ciudadanías comunicativas han logrado impactar la esfera
política y democrática, a partir de la demanda por sus derechos.
A lo largo de la historia numerosos teóricos
han aportado su definición de las Ciudadanías, abarcando de modo general la
condición de ciudadano de un territorio, que goza de derechos y libertades
políticas sociales, civiles y culturales, pero también que tiene compromiso y
responsabilidades.
Pero, los cambios que se dan
en la actualidad, ante el aumento de migraciones y otros fenómenos producto de la
globalización, evidencian la necesidad de replantear estas concepciones y
darles mayor dinamismo.
Para
autores como Castells (1997; 2006), Bauman (1998; 2007), Beck (2000; 2002),
Plummer (2003), Stevenson (2002; 2003), Croucher (2004), Held (2004), Hermes (
2006), Sassen (2007) y Vertovec (2009) comparten la opinión que el concepto
tradicional de ciudadanía está en crisis, reconfiguración, amenaza o
reconceptualización, porque las nuevas características sociales, en particular
los flujos migratorios, las prácticas transnacionales y la crisis de la agenda
Neoliberal, han afectado el sentido original homogéneo de ciudadanía y su
vínculo con la nación – estado. (Tamayo Gómez,
2012, p.110).
Por tanto, se hace urgente, cuestionar
qué nuevas responsabilidades tienen los ciudadanos y la sociedad civil en este
nuevo contexto para reivindicar una esfera pública más incluyente, igualitaria,
democrática y diversa y qué tipo de acción es necesario emprender ahora para
iniciar la creación de una “ciudadanía robusta”. (Tamayo Gómez, 2012, p.111).
Pues no se trata solamente de
repensar el estatus de ciudadano, sino también analizar desde varias aristas,
qué necesita el ciudadano, que merece, pero también que puede aportar desde su
rol, dándole una participación más activa en lo público.
Por otra parte, es preciso
comprender el papel que juega los medios de comunicación en la esfera pública y
democrática y cómo estos aportan a nutrir las ciudadanías comunicativas.
(McNair,
1999, como se citó en Tamayo Gómez, 2012)
argumenta que las funciones de los medios de comunicación en sociedades
democráticas de “tipo ideal” son: en primer lugar, deben informar a los
ciudadanos de lo que sucede a su alrededor; en segundo lugar, deben educar en
el sentido y trascendencia de los “hechos”; en tercer lugar, los medios deben
proporcionar una plataforma para el discurso político público, facilitando la
formación de la opinión pública y retroalimentando esa opinión al público de
donde proviene. (p112)
Es
preciso comprender además que derechos civiles como la libertad de expresión y
la libertad de prensa tienen una relación directa con la formación de esferas
públicas democráticas, y algunos estudiosos como McNair (1999), Curran (2005) y
Rey (2007) han establecido una reciprocidad entre el desarrollo de la
democracia y la formación de espacios públicos plurales, iguales y diversos en
los países democráticos. (Tamayo Gómez, 2012, p.113).
En ámbito cultural como se
indicó inicialmente también tienen cabida los medios de comunicación, bajo el
precepto de visibilizar la multiculturalidad, los rasgos distintivos,
tradiciones y patrimoniales.
De acuerdo con académicos como Martín-Barbero (1993), Wolfsfeld (1997), Stevenson (2002; 2003), Castells (2006), Curran y Morley (2006) y Hesmondhalgh & Toynbee (2008) es posible establecer los debates en la relación entre los derechos culturales y las dimensiones comunicativas que configuran el campo de la comunicación cultural: el papel de los medios de comunicación en la creación de narrativas inclusivas y plurales, la visibilidad y representación de los recursos de igualdad en la agenda mediática, el papel de la comunicación en los procesos culturales, la relación entre medios, ciudadanía- la globalización y el impacto de las tecnoculturas, los usos de la comunicación como parte de la sociedad civil y la acción social, y cómo la cultura afecta la comunicación y viceversa. (Tamayo Gómez, 2012, pp.114-115).
Así
mismo, (Martín-Barbero,1993, como se citó en Tamayo 2012) argumenta que los
medios de comunicación tienen un papel particular en la construcción de
narrativas nacionales y, en algunos contextos, la tensión entre los discursos
culturales hegemónicos y la diversidad de prácticas culturales incide en la
revalidación de los derechos culturales en la esfera pública. (p.115)
¿Cuándo
se habla de Ciudadanía Comunicativa?
Es innegable que en las
Ciudadanía tienen cabida las acciones comunicativas, entendidas como movilizadoras
de transformaciones, favoreciendo la participación, pero también la inclusión,
y la dignificando las diferencias que nutren la cultura. Por ello, los medios
deben emplear esa nueva resignificación para que en su producción, las
ciudadanías, su sentido, realidades y problemáticas sean protagonistas,
englobando por supuesto dinámicas como la social, gubernamental y democrática.
Una de
las metas finales de esta experiencia ciudadana es iniciar un proceso de
emancipación comunicativa a largo plazo, donde los ciudadanos puedan desarrollar
un papel más activo en la configuración de sus regímenes comunicativos y
simbólicos y competir con otros actores sociales por el poder y los recursos
comunicativos en esferas públicas. (Tamayo
Gómez, 2012, p.119).
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