Existe un relacionamiento intrínseco entre los conceptos de ciudadanía, derecho y comunicación, esta última desde los enfoques políticos, sociales y culturales, los cuales favorecen el restablecimiento de los derechos desde acciones comunicativas.

Según Tamayo Gómez (2012) Los límites de estos campos no son estáticos, son muy dinámicos, es posible encontrar intersecciones entre ellos, y las reflexiones sobre la ciudadanía son muy comunes en estos estudios; especialmente para tratar de comprender qué tipo de nuevas responsabilidades y derechos tienen los ciudadanos en las sociedades occidentales cuando aparecen nuevas condiciones sociales (Globalización, Era de la Información, Neoliberalismo), cómo estas nuevas condiciones afectan, transforman y cambian el sentido de “ciudadanía” en sí mismo. , y qué tipo de nuevo régimen comunicativo emerge (Curran 1997; Todorov 1999; McNair 1999; Curran y Morley 2006; Castells 2006. (p.107)

De allí la importancia en el desarrollo de estudios en el campo investigativo que analicen de forma articulada estos conceptos y no únicamente establezcan de forma superficial sus lazos e intereses comunes, toda vez que profundizar en esta relación innegable, permitirá comprender de manera más profunda dinámicas sociales- político-culturales y comunicativas, de forma tal que se establezcan nuevos paradigmas y sea posible determinar las implicaciones de este relacionamiento, posibilitando establecer estrategias para generar transformaciones sociales.

Sin embargo, no se puede desconocer, como los cambios suscitados han abierto espacio a las Ciudadanías Comunicativas, adquiriendo mayor terreno, pues tanto “la comunicación como la ciudadanía tienen nuevos significados en espacios sociales que brindan a las personas un sentido de identidad política y cultural. Pertenencia, transformando estructuras sociales, roles y responsabilidades públicas en el ámbito social.” (Tamayo Gómez, 2012, p.108).

Tampoco se puede desvalorizar, precisamente como las ciudadanías comunicativas han logrado impactar la esfera política y democrática, a partir de la demanda por sus derechos.

  ¿Qué son las Ciudadanías?

 A lo largo de la historia numerosos teóricos han aportado su definición de las Ciudadanías, abarcando de modo general la condición de ciudadano de un territorio, que goza de derechos y libertades políticas sociales, civiles y culturales, pero también que tiene compromiso y responsabilidades.

Pero, los cambios que se dan en la actualidad, ante el aumento de migraciones y otros fenómenos producto de la globalización, evidencian la necesidad de replantear estas concepciones y darles mayor dinamismo.

Para autores como Castells (1997; 2006), Bauman (1998; 2007), Beck (2000; 2002), Plummer (2003), Stevenson (2002; 2003), Croucher (2004), Held (2004), Hermes ( 2006), Sassen (2007) y Vertovec (2009) comparten la opinión que el concepto tradicional de ciudadanía está en crisis, reconfiguración, amenaza o reconceptualización, porque las nuevas características sociales, en particular los flujos migratorios, las prácticas transnacionales y la crisis de la agenda Neoliberal, han afectado el sentido original homogéneo de ciudadanía y su vínculo con la nación – estado. (Tamayo Gómez, 2012, p.110).

Por tanto, se hace urgente, cuestionar qué nuevas responsabilidades tienen los ciudadanos y la sociedad civil en este nuevo contexto para reivindicar una esfera pública más incluyente, igualitaria, democrática y diversa y qué tipo de acción es necesario emprender ahora para iniciar la creación de una “ciudadanía robusta”. (Tamayo Gómez, 2012, p.111).

Pues no se trata solamente de repensar el estatus de ciudadano, sino también analizar desde varias aristas, qué necesita el ciudadano, que merece, pero también que puede aportar desde su rol, dándole una participación más activa en lo público.

Por otra parte, es preciso comprender el papel que juega los medios de comunicación en la esfera pública y democrática y cómo estos aportan a nutrir las ciudadanías comunicativas.

(McNair, 1999, como se citó en Tamayo Gómez, 2012) argumenta que las funciones de los medios de comunicación en sociedades democráticas de “tipo ideal” son: en primer lugar, deben informar a los ciudadanos de lo que sucede a su alrededor; en segundo lugar, deben educar en el sentido y trascendencia de los “hechos”; en tercer lugar, los medios deben proporcionar una plataforma para el discurso político público, facilitando la formación de la opinión pública y retroalimentando esa opinión al público de donde proviene. (p112)

 De igual manera, están llamados a generar desarrollo, involucrar los valores, prácticas ciudadanas, diversidad y multiculturalidad.

Es preciso comprender además que derechos civiles como la libertad de expresión y la libertad de prensa tienen una relación directa con la formación de esferas públicas democráticas, y algunos estudiosos como McNair (1999), Curran (2005) y Rey (2007) han establecido una reciprocidad entre el desarrollo de la democracia y la formación de espacios públicos plurales, iguales y diversos en los países democráticos. (Tamayo Gómez, 2012, p.113).

 Para nadie es un secreto que producto de estudios realizados durante la segunda guerra mundial, se pudo comprobar la influencia de los medios de comunicación en los electores (receptor-ciudadanos), por ello se puede afirmar que la incidencia de los medios en temas democráticos como el ejercicio del voto es alto y se requiere mayor responsabilidad de los medios para ejercer pedagogía, para informar con objetividad y permear una atmósfera sana para las ciudadanías en procesos democráticos, enmarcados en la libertad de expresión y la igualdad.

En ámbito cultural como se indicó inicialmente también tienen cabida los medios de comunicación, bajo el precepto de visibilizar la multiculturalidad, los rasgos distintivos, tradiciones y patrimoniales.

De acuerdo con académicos como Martín-Barbero (1993), Wolfsfeld (1997), Stevenson (2002; 2003), Castells (2006), Curran y Morley (2006) y Hesmondhalgh & Toynbee (2008) es posible establecer los debates en la relación entre los derechos culturales y las dimensiones comunicativas que configuran el campo de la comunicación cultural: el papel de los medios de comunicación en la creación de narrativas inclusivas y plurales, la visibilidad y representación de los recursos de igualdad en la agenda mediática, el papel de la comunicación en los procesos culturales, la relación entre medios, ciudadanía- la globalización y el impacto de las tecnoculturas, los usos de la comunicación como parte de la sociedad civil y la acción social, y cómo la cultura afecta la comunicación y viceversa. (Tamayo Gómez, 2012, pp.114-115). 

Así mismo, (Martín-Barbero,1993, como se citó en Tamayo 2012) argumenta que los medios de comunicación tienen un papel particular en la construcción de narrativas nacionales y, en algunos contextos, la tensión entre los discursos culturales hegemónicos y la diversidad de prácticas culturales incide en la revalidación de los derechos culturales en la esfera pública. (p.115)

 

¿Cuándo se habla de Ciudadanía Comunicativa?

Es innegable que en las Ciudadanía tienen cabida las acciones comunicativas, entendidas como movilizadoras de transformaciones, favoreciendo la participación, pero también la inclusión, y la dignificando las diferencias que nutren la cultura. Por ello, los medios deben emplear esa nueva resignificación para que en su producción, las ciudadanías, su sentido, realidades y problemáticas sean protagonistas, englobando por supuesto dinámicas como la social, gubernamental y democrática.

Una de las metas finales de esta experiencia ciudadana es iniciar un proceso de emancipación comunicativa a largo plazo, donde los ciudadanos puedan desarrollar un papel más activo en la configuración de sus regímenes comunicativos y simbólicos y competir con otros actores sociales por el poder y los recursos comunicativos en esferas públicas. (Tamayo Gómez, 2012, p.119).

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