En el siglo XX Latinoamérica fue epicentro de una serie de fenómenos que derivaron en crisis, generando restructuraciones sociales, políticas, económicas y culturales, que a su vez permitieron cortar la influencia estadounidense y frenar sus intereses.

Permitiendo quebrar la estrecha concepción de ciudadano como equivalente a miembro agente social con derechos jurídicos de un solo Estado/Nación. La idea de una ciudadanía latinoamericano va abriendo brechas en medio de los formalismos, y se alimenta de las concepciones que fundamentan la necesidad de ampliar, profundizar y reformular la noción de ciudadanía para que alcance su dimensión cosmopolita (Cortina, 2005; Santos, 2005; Maldonado, 2012 como se citó en Maldonado Gómez de la Torre, 2012,p.69)

Lo anterior, impuso unas modificaciones que nutrieron la concepción y asimilación del significado de ciudadano, más allá de un sujeto que nace en un territorio y por tanto adquiere derechos que le provee su estatus, sino como una visión amplia y compartida de las ciudadanías como parte de un todo.

En este proceso objeto de análisis vale la pena introducir al lenguaje como un factor clave, pues si bien es cierto es una facultad con la que nacemos los seres humanos, y nos permite expresarnos, a través de la lengua la cual parte de la interacción y cuenta con características propias de la cultura donde se desarrolla el ciudadano, otorgándole elementos diferenciadores. También por supuesto resulta clave en las ciudadanías, favoreciendo su ejercicio comunicativo.

Es el caso de América Latina y Brasil, expuesto por Maldonado Gómez de la Torre (2012) donde se constituyeron redes de comunicación popular y alternativa que acompañaron los procesos de democratización, emancipación, liberación y transformación en sus diversas realizaciones. La riqueza cultural y el compromiso ético de esos movimientos generaron un conjunto de producciones teóricas relevantes que fundamentaron, legitimaron y posicionaron la comunicación en términos de procesos múltiples, como un derecho humano básico (Maldonado, 2011; Bonin, 2012; Monje, 2009. (Pág. 69)

Se produce entonces una trasformación mediática, a través de la generación de espacios inclusivos para la ciudadanía, donde su voz fue escuchada en los medios de comunicación e incluida en su programación, dándole protagonismo como en el caso puntual de TeleSur.

En la actualidad por ejemplo, podemos ver la adopción del modelo del siglo XX denominado: la Televisión América Latina (Tal), pues en los medios de comunicación públicos en Colombia y demás países de Latinoamérica, se pueden evidenciar cómo las audiencias (ciudadanos) son tenidas en cuenta y la gran variedad de contenidos informativos, educativos, culturales y patrimoniales, donde el ciudadano es protagonista, resaltando sus costumbres, tradiciones y acciones, a través de la empleabilidad de diferentes formatos y géneros periodísticos.

En tal sentido, según Maldonado Gómez de la Torre (2012) TeleSUR y TAL son ejemplos de constitución de medios de comunicación que fomentan una ciudadanía comunicativa transformadora, que superan expresivamente la matriz comercial de usos y gratificaciones; estas multimedia comprueban que ciudadanía comunicativa tiene relación y que se constituye con la participación creativa y decisiva en los procesos de comunicación (p.70)

 Abanderamiento de las ciudadanías

Por otra parte, a lo largo de la historia se ha evidenciado cómo movimientos sociales han sido objeto de luchas promotoras de cambio, redignificando las necesidades del ciudadano y la necesidad de ser escuchado y tenido en cuenta. Por ello, cada vez son más notables a través de los medios de comunicación estas situaciones, como una manera estratégica de ejercer presión, de mostrar al mundo lo que pasa, en este caso no solo se emplean medios de comunicación tradicionales, sino también los alternativos, gracias a las ventajas que proporcionan las TIC.

En el panorama se vislumbran nuevas trasformaciones ante un mundo globalizado donde Latinoamérica está abierta al cambio, se dinamiza y se nutre, dando cabida a las ciudadanías comunicativas, contribuyendo a la construcción de una memoria histórica, que no admite la censura del ciudadano, pues “los espíritus inventivos, constructivos, solidarios y transformadores tienen en la noción de sujeto comunicante una sustentación dinamizadora para su reconstitución” (Maldonado Gómez de la Torre, 2012, p.72)

 

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